Noches de luna


   Hermosas noches de luna
todas de hechizo repletas,
noches que parecen días
por sus brillantes estrellas,
que tiritan en invierno
de fina escarcha cubiertas,
y en verano con la luna
muy alegres juguetean.

   Hermosas noches de luna
apacibles y serenas,
que besan a las montañas
y acarician las praderas,
con sus luces plateadas
pequeñitas y discretas,
cual piedras de un gran collar
lucido por una reina.

   Hermosas noches de luna
que podéis quitar las penas,
decid a todos que os miren
que de gran luz estáis llenas,
gran luz para iluminar
las vidas que penas tengan,
y devolver la alegría
a esas vidas con tristezas.

   Hermosas noches de luna
atrevidas y viajeras,
llenas de magia y encanto,
¡viajad por toda la tierra,
y llevad paz a los hombres
de cualquier raza o ideas,
y haced que en el mundo acaben
los conflictos y las guerras!
 
Con este poema gané otro premio, a los 15 años. Comencé a tratar temas menos superficiales y estéticos, centrándome con más profundidad, en temas que llamaban mi atención por su trasfondo social, temas que me preocupaban y se representaban algún tipo de amenaza, a todo y todos los que nos rodean, viéndose en muchas ocasiones involucrados directa o indirectamente “en una guerra que no es la suya”.
En este poema intento solucionar el pesar y carga emocional que sufren algunas personas, dándole esperanzas y arrojando un rayo de luz, que borre la tristeza que atenaza sus vidas, encontrando como conciliadora ideal a la noche, por lo que no abandono el tema de naturaleza, sino que le doy un enfoque diferente, y la utilizo como eje principal en un desesperado intento de concienciación social, en temas como la igualdad racial y tolerancia de cualquier ideología.
 

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